Desde antes de nacer mi hija he tenido claro que quería adoptar un hábito de lectura con ella. Me imaginaba largas tardes de sofá y mantita con mi Peque, leyendo mis cuentos favoritos de la infancia. Un vínculo madre-hija fuerte, un idioma minoritario a prueba de vuelcos lingüísticos y una niña de 4 años que lee de corrido eran, en mi imaginación desbocada de embarazo avanzado, consecuencias lógicas de la lectura en familia. Pero 3 años después…. Mi hija, que ya era una cría llena de energía y difícil de sentar, ha descubierto intereses insospechados: puzles, construcciones, pintar, modelar, bañar a sus muñecas… cualquier cosa es potencialmente más interesante que leer con mamá.
¿Cómo puedo restablecer el hábito de la lectura? Después de un cambio de circunstancias es absurdo empeñarse en mantener los hábitos que hasta ahora habían funcionado. Después de mucho ensayo y error, en casa hemos dado con ciertas claves que nos han ayudado a recuperar el ritmo: encontrar un momento del día más propicio, probar con libros distintos y abrir el foco para poder encontrar soluciones nuevas. Como con todos los hábitos, conviene empezar poquito a poco (unos minutos al día, todos los días) y afianzar un momento en el día como la nueva hora de la lectura. Y hazlo oficial: ponerle nombre, hora y lugar ayuda a darle forma y a crear anticipación.
Póntelo fácil para establecer un hábito de lectura
Los beneficios de la lectura compartida son incontables, y no tiene por qué llevar mucho tiempo o costar mucho esfuerzo establecer un hábito de lectura. Da igual que se trate de establecer una rutina nueva o recuperar el ritual perdido: vamos a hacer de la lectura compartida una actividad de disfrute.
Tanto para adultos como para Peques es mejor no hacer cosas nuevas cuando se está muy cansado, se tiene hambre, se está triste o enfadado. Ahora bien, en el caso de la lectura compartida un poquito de sueño o un poquito de tristeza puede llegar incluso a ayudar.
Busca el momento en que te parezca más propicio, pero no dudes en experimentar. ¡Quizá des con un momento perfecto por casualidad!
La mañana, por ejemplo, puede ser un momento ideal para un nuevo hábito de lectura. A mí las mañanas me cuestan, y he descubierto que los días en que leemos un cuento cortito (por ejemplo un álbum ilustrado) estamos todos de mucho mejor humor. No solo facilita la adopción del hábito de la lectura; además, le da a las mañanas un tono más amable.
Otra opción, cuando la situación es desesperada, es buscar esos momentos en que el crío no tiene escapatoria: coche y bañera. Mi marido le lee a la Peque en hebreo (su idioma menos favorito) en estas situaciones con gran éxito de público (la Peque) y crítica (yo).
Hay padres que insisten en atención y silencio absolutos cuando se lee.
Al lector le cuesta más leer en voz alta cuando nadie parece prestar atención, pero es un error exigir un ambiente de biblioteca a un crío pequeño. Muchos niños escuchan mejor cuando tienen las manos ocupadas, por ejemplo con juguetes de construcciones. Otros niños se involucran mejor cuando pueden interrumpir con preguntas, completar la historia o decir la rima. Deja que el niño participe o se entretenga según su inclinación. Y si al principio el peque oye sin escuchar, no desesperes. Esto también es exposición al idioma, al libro y a la lectura.
Es más fácil si no pisamos otra actividad, sobre todo si se trata de una actividad que queremos promover. Si al chaval le gusta jugar por su cuenta un rato después de la merienda, será mejor que busquemos otro ratito en el día.
Los primeros días es más fácil ponerse a leer cuando al crío más le apetezca: no va a llevar más que unos minutos empezar a establecer un hábito de lectura.
Acertar con los libros y crear anticipación
Ya hemos hablado de cómo elegir libros para niños bilingües y también sobre libros para niños a los que no les gusta leer. Esas entradas tienen un montón de recomendaciones actualizadas regularmente. Aquí no vamos a recomendar libros, solo quiero ofrecer un par de puntos de vista para reconsiderar la elección de libros:
- No busques solo cuentos sobre sus obsesiones actuales. Ofrece nuevos intereses, cosas que puedan llamarle la atención: ¿ha preguntado sobre la polinización? ¿sobre funciones biológicas? ¿habéis visto una familia en plena mudanza? ¿le da miedo la noche? ¿está nevando? hay libros sobre todo eso.
- Considera los audiolibros. Nosotros hemos tenido bastante éxito. Empezamos con las bibliotecas públicas, que tienen una oferta increíble de cuentos en formato audio. ¡Y hemos acabado comprando varios que sacábamos casi cada mes!
- Prepárate para mucho ensayo y error. Lo normal es que la mayoría de las novedades no enganchen. Una cosa es tener un habito de lectura afianzado y otra muy distinta, que siempre haya algo bueno que leer.
- Disfruta de las lecturas repetidas. Si al Peque solo le gusta un libro y no quiere leer ningún otro, ¡no desesperes! Tiene muchos beneficios y ningún riesgo.
Además, si eres como yo muchos de los libros infantiles los ves en Instagram y los compras online. Así, el primer contacto que tiene el Peque es cuando el libro sale de la caja. Tú llevas un mes ilusionada con el cuento y el niño ni lo ha olido.
¿Habría forma de compartir la anticipación con el niño?
La forma más fácil es ritualizar las visitas a la biblioteca o librería y permitir que el niño escoja, ¡al menos a veces! Igual que un niño inapetente que ayuda en la cocina y empieza a atreverse a probar las comidas que él mismo ha preparado, el que elige sus propios libros tendrá más inclinación por leerlos una vez lleguen a casa.
Los padres de Peques bilingües no siempre tienen la posibilidad de visitar bibliotecas o librerías en los idiomas minoritarios. En este caso, si el niño tiene ya la edad de participar en el pedido online puede quizá escribir el mail a la librería o consultar el catálogo con ayuda de un adulto. Y la llegada de la caja debería ser todo un acontecimiento, casi un mini-cumpleaños. Puedes inventar juegos (adivinanzas, escondite…) en torno a los libros.
No esperes que el niño lleve la iniciativa, sobre todo si no ha tenido costumbre previamente. Si no ves momento perfecto, ponte a leer en voz alta a su lado mientras juega a un juego no muy ruidoso.
Perseverar y llevar la cuenta: afianzar el hábito de lectura
¿Te has leído Hábitos Atómicos de James Clear? Es todo un movimiento de masas, y con razón. No te voy a destripar el libro, pero saco tres ideas que pueden venir muy bien para la lectura en familia:
- Empieza poco a poco: ¿Puedes empezar leyendo con tu hijo dos minutos al día?
- Define el hábito: todos los días después de desayunar voy a leer uno de los libros de la biblioteca con el Peque sentados a la mesa del salón. Definir el hábito no solo ayuda a visualizarlo, a darle una hora y un lugar concretos, también hace posible compartirlo con el peque y otros miembros de la familia y a convertirlo en ritual.
- No te saltes dos días seguidos.
Y algo más para establecer hábitos y rutinas: lo que no se cuenta, no cuenta. No pretendo darle todavía más trabajo a los padres de niños pequeños, y tampoco es necesario hacer un seguimiento preciso. Basta con marcar una casilla “lectura compartida de 5 minutos o más”. Quizá sirva para ello una aplicación digital (yo uso Notion), un cuaderno, o el portal de la biblioteca. ¿O quizá una tabla de seguimiento para el propio Peque? La idea de rivers of reading me parece una auténtica preciosidad para que los niños lleven la cuenta.
Estos trucos nos han ayudado a recuperar el ritmo y ahora, a veces es la Peque la que reclama su ratito de lectura. Leer juntos, sobre todo en el idioma más débil, sobre todo en los años de preescolar, es un regalo para toda la vida. No tiene por qué ser otro trabajito más encima de lo que ya tienes. Prueba a tomártelo como un paréntesis entre obligaciones menos apetecibles. Es también un regalo para ti, unos momentos que recordarás siempre. Leer en compañía, compartir historias es una forma muy especial de intimidad. Disfrútala.
Fotos de Mikhail Nilov en Pexels