Es una verdad universalmente aceptada que toda familia bilingüe recibe recomendaciones bien intencionadas pero generalmente injustificadas sobre cómo criar niños bilingües. Uno de los consejos más universales es «ceñirse a un idioma por progenitor (método OPOL)». Pero, ¿qué es OPOL? ¿Es verdad que es superior frente a otros modelos de educación bilingüe?
Los modelos de bilingüismo no son más que simplificaciones de la realidad, mucho más compleja, que es la infancia bilingüe. Sí, es necesaria para realizar estudios científicos, estadísticas, etc. Pero su utilidad como método prescriptivo es más bien limitada. Aun así, muchos expertos y no tan expertos se empeñan en recomendar tal o cual modelo ignorando quizá que lo que importa de verdad es la cantidad y calidad de las interacciones en cada idioma.
OPOL – One parent, one language (un idioma por progenitor)
El método rey de las recomendaciones de amigos y familiares semi-informados para las pobres familias bilingües. Un método que ganó popularidad gracias a ser el primero documentado científicamente** y que no conseguimos desbancar.
¿Es un modelo observable en la vida real? Sí. Muchos padres le hablan a sus hijos cada uno en un idioma porque, sencillamente, no pueden hacer otra cosa.
¿Es el único método que da resultados? No. El método OPOL no es imprescindible, ni tampoco garantiza una adecuada transmisión del idioma.
El modelo OPOL tiene una tasa de éxito estimada en 74.24% de niños que usan activamente el idioma minoritario*.
¿A quién le funciona bien este método? Sobre todo a familias mixtas en las que cada progenitor trae un idioma distinto de casa, pero también en familias donde todos los miembros son bilingües pero el reparto se mantiene y funciona.
Sí hay que prestar atención a un riesgo concreto: es frecuente, como es nuestro caso, que uno de los progenitores pase más tiempo con los chavales que el otro. A veces esto resulta en estímulos insuficientes y en un desarrollo del lenguaje muy lento o inexistente.
ML@H – Minority language at home (lengua minoritaria en casa)
Este es un modelo muy popular en la vida real. La familia habla español, árabe, chino en casa y los críos aprenden el idioma mayoritario en la calle, el cole, etc. A veces dos, si por ejemplo viven en un país con dos idiomas o acuden a una escuela bilingüe.
¿A quién le funciona bien este método? A familias donde los padres tienen un gran dominio del idioma. minoritario. Puntos extra si no hablan muy bien el idioma mayoritario.
El modelo de lengua minoritaria en casa tiene la mayor tasa de éxito observada: más del 90% de los niños utilizan el idioma minoritario*.
Ventaja: es un método que suele asegurar suficiente exposición, aunque a menudo asimétrica: el niño aprende los nombres de los utensilios de cocina en español y de la tabla periódica, en alemán. (¿A que parece perfecto para que un idioma sea de asistentas?). Las familias más ambiciosas querrán compensar estas asimetrías con apoyo adicional.
Otro riesgo es que el idioma de la calle “invada” el hogar poco a poco. ¿Cómo se combate esto? Asegurándonos de que el peque tenga la capacidad expresiva suficiente en el idioma minoritario. Vocabulario, pero no solo: matiz, emoción, lengua de la calle…
Sistemas en los que al menos un progenitor habla ambos idiomas
Los siguientes modelos para educar niños bilingües tienen en común que uno o ambos padres utilizan corrientemente ambos idiomas. Esto implica una cierta negociación, un arreglo de qué hablar en cada circunstancia que puede llevar a desacuerdos.
Las tasas de éxito son muy variables, según la combinación de idiomas usados en casa:
- ambos padres hablan ambos idiomas – 79.18% de los niños usan el idioma minoritario *
- ambos padres hablan el idioma minoritario y uno de ellos el mayoritario – 93.42% de los niños usan el idioma minoritario *
- ambos padres hablan el idioma mayoritario y uno de ellos el minoritario – 35.70% de los niños usan el idioma minoritario *
Time and place (tiempo y lugar)
Con críos algo más grandes y, a menudo, una vez los adultos hayan adquirido el idioma que más les costaba, muchas familias buscan un sistema que dé cabida a todas las preferencias lingüísticas: establecen horarios para cada idioma. Puede ser de contexto (a la mesa, en el baño, de vacaciones, cuando vamos a la piscina…) o turno: cada semana, cada día de la semana, cada tramo del día en un idioma.
¿A quién le va bien? A familias donde todos los miembros, o al menos los adultos, tienen suficiente dominio de los idiomas. También funciona muy bien en familias donde incorporan en la vida cotidiana un idioma minoritario en el que ninguno de los padres es nativo, por ejemplo el inglés.
¿Qué dificultades tiene? La planificación y la capacidad de ajustarse al idioma son, para mí, las mayores dificultades de este método. Personalmente admiro mucho a las personas capaces de decir “quiero mejorar mi cantonés. A partir de ahora, ¿te parece que hablemos solo en cantonés?” y luego cumplirlo. Yo lo he intentado varias veces en mi vida adulta y he fallado estrepitosamente.
Hace falta un cierto sentido del deber, no todo el mundo es capaz de ceñirse a un idioma a la hora de la verdad, cuando surgen dificultades: desde conversaciones difíciles a un “es que no me sale la palabra”: Pero incluso en casos de cumplimento no precisamente estelar es un método que puede dar unos buenos resultados, proporcionando un vocabulario más rico que el OPOL o el ML@H.
Sistema mixto
A veces, uno de los padres o ambos utilizan dos idiomas sin orden o causa aparente, incluso mezclándolos en la misma conversación. Es un método que se da con frecuencia en lugares de bilingüismo cultural: muchas familias, muchos hablantes pasan con fluidez de un idioma a otro.
¿A quién le funciona este modelo? Si definimos «funcionar» como dar como resultado un hablante competente de ambos idiomas, este modelo le funciona a todo tipo de familias.
Ante todo, hay que afirmar, asegurar y repetir que no daña al hablante, no le confunde, no le transmite un idioma de naturaleza inferior y no tiene resultados sensiblemente peores a cualquier otro modelo.
Además, muchas familias lo usan conscientemente cuando ven que los otros métodos, más normativos, no dan los resultados deseados. Es decir, se usa comúnmente como un método de refuerzo para los idiomas minoritarios.
¿Qué dificultades tiene? La flexibilidad de poder pasar de un idioma a otro es una ventaja y un riesgo. Cuando la vida cotidiana a penas nos da tiempo o ganas de respirar, es fácil dejar caer uno o dos idiomas. Los que más dificultades presenten, es decir, los más necesitados de práctica diaria.
Criar niños bilingües en la vida real: sistemas combinados
Lo repito: las observaciones científicas se tienen que codificar en cierta medida, pero eso no quiere decir que los modelos de análisis tengan que afectar a la realidad. Lo cierto es que hasta las familias OPOL más estrictas tienen margen de flexibilidad, si quiera para poder asegurar una convivencia armoniosa. De hecho, ¿qué me diríais si os digo que nosotros usamos todos los modelos en nuestra familia?
- OPOL: yo hablo español, mi marido habla hebreo.
- ML@H: fuera de casa hablamos alemán con vecinos, amigos, en la guarde.
- Time and place: en la cena, cada vez más, hablamos hebreo para poder tener una conversación compartida entre los tres.
- Sistema mixto: tanto mi marido como yo, si estamos jugando con la peque y ella usa una palabra o frase en otro idioma, lo incorporamos en el juego pero sin dejar que cambie el idioma por completo. También son mixtas ciertos términos o expresiones que solo usamos en un idioma.
Transiciones en la crianza bilingüe
Lo mismo que nadie se ciñe a un modelo puro, rara es la familia en la que un modelo perdura para siempre.
Por ejemplo: muchas familias empiezan con OPOL porque los padres no hablan los otros idiomas. Pero eso cambia. Los adultos también son capaces de aprender idiomas. Y así se da que una familia donde se uso OPOL hasta los 6, 7 años de los hijos, pasa a un modelo ML@H o Time and Place con la entrada de los peques en la escuela.
Y lo mismo que digo el paso a la escuela, puede ser una mudanza internacional, una separación o el nacimiento de otro peque. Cualquier gran cambio influye en nuestro contexto, y por ende nuestro modelo lingüístico.
En resumen…
La crianza bilingüe está plagada de mitos y prejuicios. Eso lo sabe cualquiera que se inicie en el noble arte de criar hijos bilingües, sea por obligación o por vocación.
Uno de los ejemplos más evidentes es la frecuencia con que se recomiendan ciertos modelos de bilingüismo, sin tener en cuenta:
- las circunstancias de la familia: cada modelo requiere ciertas características en la familia y el entorno.
- la frecuencia, estrategias y nivel de participación del crío, que tienen bastante más importancia en la adquisición del idioma.
- la personalidad de los hablantes y sus preferencias, crucial para algo tan propio como el idioma de la infancia.
¿A ti también te han recomendado que te pases al OPOL? ¿O es una de esas ideas de cómo educar niños bilingües que sonaban irrefutables hasta que nos vimos cambiando pañales y nos dimos cuenta de lo ridículas que son?
Notas:
* Las estimaciones de éxito proceden de un espectacular estudio realizado por la Profesora Doctora Annick De Houwer en Flandes con 1942 familias bilingües y cuyos resultados se pueden leer en este artículo: Parental language input patterns and children’s bilingual use. Aunque no lo menciono más arriba: todos los niños del estudio usaban el idioma mayoritario.
** Todo empezó en 1913 cuando a Jules Ronjat le dio por decir que el bilingüismo se alcanza solo cuando cada progenitor se limita a hablarle al crío en un idioma. En primer lugar, él mismo afirma que se basa en literatura científica muy limitada y en casos inexacta en lo que respecta al aspecto lingüístico. En segundo lugar, porque procede de una época en que el bilingüismo estaba prácticamente prohibido en Francia, salvo para combinaciones lingüísticas prestigiosas. (En 1902 el gobierno francés publicó una ordenanza por la que se prohibía hablar bretón en escuelas y casas, con humillantes castigos físicos a los niños que se “resistiesen” a hablar un idioma… que no entendían. Poco después le siguió el euskera.)
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