Muchos nos adentramos en esto del bilingüismo sin mucha idea de qué pretendemos con ello. La verdad, si somos totalmente honestos, la mayoría de los hablantes que no son profesionales del lenguaje de una capacidad u otra suelen centrarse en la capacidad de hablar sin acento como medida de éxito del bilingüismo.
Yo misma recuerdo haber preguntado o buscado acento en conocidos bilingües.
Pero el lenguaje es mucho más que un acento. Un idioma nos brinda:
- la capacidad de entender y de comunicar
- la pertenencia a una comunidad lingüística
- la comprensión de nuestro entorno, sus normas y sus límites
- la herramienta para obtener lo que queremos, no solo a la hora de comprar el pan, sino de negociar un aumento o de regatear en la compra de un coche o de una casa
- la competencia de comunicar nuestras ideas y deseos de una manera sencilla y que el oyente recoja el mensaje con la menor cantidad de malentendidos posibles.
Es más, el lenguaje nos forma, malea nuestro pensamiento y nuestra identidad. Sin los idiomas con que crecemos, seríamos otros.
El acento es importante, no me malinterpretéis. Permite una transmisión del mensaje confortable y a menudo es clave para dar una buena primera impresión.
Pero podemos aspirar a más para nuestros hijos.
No porque podamos ser maestros de sus mentes y de sus destinos: al final (y al principio, también) los Peques harán lo que les dé la gana. Eso sí, con las herramientas que nosotros les hayamos proporcionado.
¿Qué significa para nosotros ser bilingüe?
Busca papel y boli porque vamos a pensar con calma. No hay respuestas correctas e incorrectas. Tampoco es un examen, no pasa nada si no tenemos respuestas todavía. La intención es dar pie a una reflexión o a una conversación que, probablemente, se extienda en el tiempo y evolucione con nosotros.
Quiero que pensemos en nuestra relación con nuestros idiomas y la que queremos construir con nuestros hijos en términos de:
- identidad y pertenencia
- comprensión y expresión
- lectoescritura y aprendizaje
En el meollo de la cuestión está el concepto de bilingüismo que tengamos cada uno. En efecto, ni siquiera los estudiosos se ponen de acuerdo en qué significa ser bilingüe (más sobre el tema, aquí) así que vas a tener que buscar tu propia definición de andar por casa.
El idioma y yo: Lengua en la infancia e identidad
La primera cuestión trata sobre la identidad: ¿me gustaría que mi Peque fuera alemana que habla español con fluidez, española que habla alemán con fluidez, que se sienta miembro de ambas culturas, que sea ciudadana del mundo?
Sospecho que el tan popular objetivo de hablar sin acento corresponde a crearle una identidad como hablante. Si el Peque habla como los naturales de un sitio, nos parecerá, al menos a simple vista, que pertenece al grupo.
Cómo se sienta el niño no es algo que podamos controlar al 100% pero nuestra influencia en los primeros años puede sentar una base suficiente o por el contrario poner todo cuesta arriba para el resto del proyecto.
El idioma y los otros: Aprender un idioma para comprender y expresarse
La segunda pregunta gira en torno al nivel de comprensión: ¿quiero que mi Peque se maneje con la familia y amigos cuando estemos de vacaciones, o quiero que vaya a la universidad en España?
Luego viene la cuestión de la labia y el gracejo, que, claro, en parte son genéticos, pero unos muy buenos genes no van a ningún lado sin un conocimiento del idioma que los sustente. ¿Cómo queremos que se exprese y se presente en las lenguas minoritarias?
Estas preguntas admiten muchos grados intermedios y tampoco hace falta una gran precisión en la respuesta. Pero una idea general, acordada entre todos los miembros de la familia, ayuda.
Aprender a leer y a escribir: Una herramienta para descubrir el mundo y crecer
A continuación pasamos a la cuestión de la lectoescritura:
- ¿queremos que nuestros hijos aprendan a leer y escribir en la lengua minoritaria?
- ¿cuándo? ¿en paralelo, secuencialmente, mucho más adelante?
- Y desde el punto de vista técnico: ¿es necesario aprender dos o más alfabetos distintos?
Esta no es una pregunta baladí: los idiomas en que leemos son los idiomas en que basamos nuestro aprendizaje (es decir, nuestro crecimiento intelectual) durante nuestra vida. Cuantos más idiomas podamos usar para aprender, más tendremos a nuestro alcance.
¿Qué herramientas tenemos como familia bilingüe?
Una cosa es querer que nuestro hijo aprenda a hablar sin acento como si no hubiera salido de Valladolid en su vida, y otra cosa es lo que se puede hacer dadas las circunstancias de cada uno. Haz inventario de las herramientas disponibles y aprovéchalas al máximo:
- Interlocutores en el idioma minoritario: compañeros de juegos, familiares, grupos organizados…
- Experiencias como viajes, campamentos, visitas…
- Libros, multimedia y otros materiales.
- Otros contactos con la cultura y las tradiciones como gastronomía, bailes, indumentaria…
El papel del niño y sus propios objetivos de bilingüismo
Ya lo he mencionado antes pero deja que insista: el protagonista, el que manda en esta cuestión es el Peque. El papel de la familia en el tema del bilingüismo es meramente de actor secundario.
Nosotros le damos las herramientas. Ellos deciden como usarlas.
No seríamos los primeros que después de leer todos los cuentos y mandarlos de vacaciones a España, tienen hijos que se niegan a hablar español. Son cosas que pasan:
- algunos niños nunca llegan a usar activamente la lengua minoritaria
- otros niños abandonan una lengua con cambios en su entorno (por ejemplo mudanzas o el inicio de la escolarización, como en el caso de una conocida mía)
Pero que no sea por no haberlo intentado. Existen técnicas para ofrecerles maneras de aprender, de practicar y de vivir el idioma. Úsalas.
La crianza bilingüe: una carrera de fondo
Los objetivos que nos marquemos están supeditados a la edad del niño. Aspectos como la lectoescritura o hablar sin acento dependen del crecimiento fisiológico y no se pueden adelantar.
Pero más allá de las limitaciones físicas: una gran parte de los bilingües del mundo aprenden sus idiomas ya de mayores. No es ninguna vergüenza. Y fuera del acento, no tiene grandes desventajas palpables. ¿Por qué no nuestros hijos? ¿Qué buscamos cuando queremos que los Peques sean bilingües desde el principio?
De los objetivos de crianza bilingüe a la práctica del día a día
Una vez armados con estas reflexiones, tendremos más base para establecer un plan y decidir en el día a día. Por ejemplo:
- cuántos libros necesita mi Peque (¡todos los libros!)
- a dónde vamos de vacaciones
- cómo de importante es que me conteste en el idioma minoritario
- cuántas ganas tengo de organizar un grupo de juegos en español en mi pueblo
Porque todas las decisiones tienen un coste:
- si el sábado le llevas a la escuela de español, el niño se va a perder las actividades con sus amigos alemanes el fin de semana.
- si vais de vacaciones a España a que hable español, tendrás que posponer tu viaje soñado a Tokyo unos cuantos años (ay!)
- si te gastas el dinero en libros en español, tendrá menos juguetes.
¿Vale la pena? ¿a quién le vale la pena? Estas respuestas te ayudarán a determinar si el coste es asumible.
Control de resultados del plan
La doctora Wang, en su increíble libro-método basado en su experiencia con su familia trilingüe, recomienda llevar control del progreso en la lengua minoritaria (en la mayoritaria también, sobre todo hasta empezar la primaria).
- ¿tiene suficiente vocabulario, o se trabuca frecuentemente?
- ¿habla con un acento extranjero muy fuerte que quieras tratar?
- ¿habla muy redicho, como si solo hablase con su madre y no tuviera contacto con niños de su edad?
Revisiones frecuentes del plan
Ningún plan dura 100 años. (¿era así el dicho?) Las circunstancias cambian constantemente y el plan tiene que tener la flexibilidad de adaptarse a la vida según viene:
- a medida que el Peque vaya generando sus propias expectativas
- con mudanzas u otros cambios que afecten a toda la familia
- ¿con un cambio de cole? ¿a una escuela bilingüe? ay qué bien…
En resumen:
- el hablar sin acento no es el único parámetro de dominio en una lengua. Piensa también en:
- la comprensión
- la expresividad
- la lectoescritura
- la identidad
- considera tus opciones y materiales para transmitir el idioma:
- otros hablantes
- libros y multimedia
- implica al niño según sus capacidades
- sé flexible
- revisa frecuentemente
En definitiva, esto solo son unas preguntas para estimular una reflexión sobre el idioma que le queremos transmitir a nuestros hijos. Espero que estas preguntas estimulen una reflexión productiva que sirva para mejorar resultados y reducir la frustración. Si la has encontrado útil, por favor ¡cuéntamelo! Siempre estoy deseando escuchar historias de familias bilingües.
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